El poemario va desplegando los diversos momentos del devenir de la colonia. Como estamos frente a una discursividad poética, el lenguaje nos va revelando, sacando a la luz, aquello que la historiografía nos muestra con datos duros -como se acostumbra a decir. Acá el hablante lírico con ese estilo que ya le conocemos al poeta Díaz nos muestra a los tolstoianos en su decir y hacer.
Crónica e imagen por Eddie Morales Piña, crítico literario)
El proyecto poético escriturario que Juan Eduardo Díaz ha venido decantando a lo largo de los años, me parece que va por una forma que en los últimos tiempos se ha hecho presente de manera más nítida en la literatura chilena, esto es, el rescate de la memoria histórica en sus modalidades de la Historia o de la intrahistoria. Es tarea de ver algunos de sus poemarios anteriores para darse cuenta de lo que estamos afirmando. En este sentido, el tema de la memoria como motivo poético fundante del quehacer poeiético en Juan Eduardo Díaz se constituye en el pivote de su producción literaria.
Respecto a lo anterior, en la obra del poeta Díaz se va dando una suerte de entrecruzamiento de diversas discursividades, En otras palabras, la presencia de la intertextualidad como una forma retórica es ineludible en los textos suyos. Lo que parece interesante al lector/a es que el poeta pareciera sentirse a gusto con este modo de expresión poética y lo maneja con destreza de estilo, como se decía hace mucho tiempo. El estilo es el hombre y la sentencia se ajusta a la poética de Díaz. La memoria y el rescate memorialístico funcionan a cabalidad tanto en el poemario que acabamos de leer, así como en los anteriores. En Claveles (2009), por ejemplo, el tema del fundamento escriturario está dado en la mención de las flores del título. Desde allí se va desplegando el recuerdo que lleva a quien lee al descubrimiento de un verdadero ars moriendi posmoderno, tal como lo consignamos en una crónica. Por su parte, en un posterior poemario lo que estamos sosteniendo queda aún más refrendado, ya que el poeta Díaz trabaja sobre la base del concepto de un álbum de fotografía: en Instantáneas (esto ha sido) de 2013 es una excelente modulación poética de lo que queda encapsulado en las imágenes y guardado en un álbum hasta que aquellas se activan en la memoria al momento de su recuperación poética.
El reciente libro de poemas de Juan Eduardo Díaz me confirma lo que hemos dicho recién. El poeta nacido en San Bernardo en 1976 -pero también porteño de Valparaíso, o mejor dicho costeño, porque el litoral de Punta de Tralca es al igual su espacio vital- toma como referente a un emblemático grupo artístico-literario de principios del siglo pasado en Chile. La clave de lectura del poemario está en su título. Este siempre es significativo como paratexto en una obra literaria. La obra se denomina Tolstoiano (2021), por tanto, el referente más lejano resulta ser León Tolstoi, el gran novelista ruso. Tolstoiano viene a denominar a quien se siente admirador o seguidor de aquel. La portada del libro -que también es un paratexto- nos muestra cuarenta y nueve veces el clásico rostro de Tolstoi repetido, solo que quince veces está velado u oculto por el título y el nombre del poeta Díaz. Dentro de este frontispicio se ubica la editorial y una palabra que es como un elemento que nos ubica en la discursividad que vendrá luego: poesía. (Entre paréntesis, al visualizar la portada no me pude dejar de acordar de aquella de una obra de Cortázar donde un risueño personaje cuya cara se repite varias veces, al igual que acá, antes de entrar en las historias de los cronopios y las famas).
Tolstoiano es, por tanto, una reescritura poética -y creo que toda la literatura siempre lo ha sido- de la historia de la famosa y legendaria Colonia Tolstoyana que giró en torno a la figura del escritor Augusto D´Halmar como una especie de gurú o sacerdote oferente de nuevas corrientes estéticas que se gestaban y entraban en pugna en medio de un espacio donde la literatura era un juego de inútiles, al decir de la sociedad. Hubo también un grupo que se llamó así: Los inútiles, y no podemos olvidar La roja torre de Los Diez. Respecto al grupo liderado por D´Halmar donde le hacían compañía Fernando Santiván y el pintor Ortiz de Zárate se planteó como un proyecto artístico-comunitario inspirado en las ideas filosóficas, éticas y morales de Tolstoi quien había constituido en Yasnaia Poliana una comunidad donde se viviría bajo su ideario de vida y del arte. D´Halmar junto a sus cófrades, en principio, pensaron instalar la colonia en el sur de Chile, pero luego lo hicieron en San Bernardo. La colonia tuvo poca vida. Esta es la historia en síntesis, que está suficientemente estudiada y analizada. Sobre la base de este asunto -Kayser, dixit, es decir, lo que vive en la tradición propia ajeno a la obra literaria, pero que va a influir en su contenido-, es lo que el poeta Juan Eduardo Díaz tematiza poéticamente en su reciente obra.
El poemario va desplegando los diversos momentos del devenir de la colonia. Como estamos frente a una discursividad poética, el lenguaje nos va revelando, sacando a la luz, aquello que la historiografía nos muestra con datos duros -como se acostumbra a decir. Acá el hablante lírico con ese estilo que ya le conocemos al poeta Díaz nos muestra a los tolstoianos en su decir y hacer. Lo interesante de esta modulación poético-estética son las conexiones que se establecen entre aquella realidad de principios del siglo XX y los de este siglo. El hablante poético, a veces, se ve interrumpido por la voz de Díaz -esta es una disquisición teórica- quien introduce un doble discurso donde otras voces se hacen presente a través de algunas citas como las de Fernando Santiván. Este rasgo escritural ya está presente en otros poemarios de Díaz lo que va transformándose como en su gramática poética. Esta conexión entre el pasado evocado -hecho memoria- y el presente de la enunciación está marcado en unos versos casi como una letanía que el sujeto hablante repite cadenciosamente diez veces a lo largo de las páginas. Es una frase donde cambia un elemento, pero que nos conecta como lectores/as al presente, alejados de la emergencia de la colonia de D´Halmar: La modita sediciosa de la TV, La modita subversiva de la TV, La modita insurrecta de la TV…
“Acogedor camino/ una superficie repleta de un sol brillante/ en este poniente de las cosas/ que guardamos en los bolsillos// La fundación de la colonia tolstoyana”. Con estos versos del poema “Esta vida” cerramos esta crónica en torno al reciente libro de Juan Eduardo Díaz, quien reactualiza un instante de nuestra memoria literaria mediante “la modita funesta de la poesía”.
(Juan Eduardo Díaz: Tolstoiano. Rancagua: Ediciones Caronte. 2021. 83 pág.)
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