Efectivamente, no fue una generación literaria –por cuanto en el Boom van a converger autores y autoras de distintas edades; así, Carlos Fuentes decía que María Luisa Bombal, la gran escritora chilena, era como la madre nutricia de la escritura reciente-. Más bien el Boom fue un movimiento literario que se extendió históricamente entre los años 1967 y 1976.
Eddie Morales Piña. Crítico Literario.
En más de una oportunidad he recordado que la emergencia del Boom literario de la literatura hispanoamericana me sorprendió siendo un adolescente que cursaba los años de la actual enseñanza media. Precisamente, fue en esa época estudiantil que hice las primeras lecturas de los autores que iban conquistando con sus obras a lectores no sólo hispanoamericanos sino a europeos y norteamericanos. Era la internacionalización de la literatura escrita por estos lares. Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa –sin olvidar a nuestro José Donoso- se iban constituyendo en figuras imprescindibles que conquistaban con una forma de escritura que se escapaba de los cánones tradicionales y apuntaban a una universalización de las temáticas con un sobresaliente manejo de las estructuras narrativas. A este fenómeno exorbitante que acaparaba las portadas de las revistas y los titulares de los periódicos, se le denominó el Boom latinoamericano.
Han pasado varias décadas del aparecimiento del Boom; pero este como fenómeno cultural y editorial sigue manteniéndose en el imaginario colectivo como un momento que marcó un antes y un después en el devenir de nuestra literatura hispanoamericana. Hasta ahora se le sigue denominando Boom, es decir, un estallido deslumbrante que sorprendió la escena literaria promediando la segunda mitad del siglo pasado. Efectivamente, no fue una generación literaria –por cuanto en el Boom van a converger autores y autoras de distintas edades; así, Carlos Fuentes decía que María Luisa Bombal, la gran escritora chilena, era como la madre nutricia de la escritura reciente-. Más bien el Boom fue un movimiento literario que se extendió históricamente entre los años 1967 y 1976. Algunos sostienen que sólo fueron un grupo de amigos que supieron aprovechar la coyuntura editorial del momento. A estas alturas del tiempo, varios de quienes formaron parte de este fenómeno literario polifónico ya no están en este mundo. Uno de los últimos sobrevivientes del Boom es, sin duda, Mario Vargas Llosa, y también el chileno Jorge Edwards.
La historiografía literaria se ha referido al movimiento en múltiples artículos, ensayos y libros. Se le han dedicado coloquios y seminarios en diversas universidades del mundo. En torno de las obras de los/as escritores/as del Boom se han escrito variadas tesis que abarcan diversos aspectos de sus obras que ya el tiempo ha incorporado al canon de los clásicos. Si hasta quien escribe esta crónica, se preocupó en una tesis de la novela de García Márquez que tiene como protagonista a Santiago Nasar (Crónica de una muerte anunciada). Y a pesar del tiempo transcurrido, el Boom sigue latente como el movimiento más importante de la literatura escrita en español durante el siglo XX. Hoy en día se habla de la literatura del posboom, sin embargo, para entender este es necesario pasar ineludiblemente por lo que aconteció entre los años señalados.
El Boom latinoamericano tuvo como eje a Barcelona. Esta ciudad será como un verdadero lugar imantando –una especie de locus sacer desacralizado- donde convergerán varios de los/as autores/as. Barcelona será el centro escriturario, porque además allí estará el editor Carlos Barral –a quien muchos consideran el verdadero inventor del movimiento-, y la agente literaria Carmen Balcells. Además hay otro espacio –un locus tropical-, una isla llamada Cuba. Efectivamente, la mayoría de los miembros del Boom serán fieles adeptos y fervientes defensores de la revolución encabezada por Fidel, hasta el momento en que se desencadena el denominado caso Padilla –el del poeta Herberto Padilla-, que provocará el quiebre definitivo y la conversión de algunos. Pero Barcelona será el axis mundis del Boom.
Las emblemáticas novelas publicadas antes del año señalado de 1967 como Rayuela (1963) de Julio Cortázar, La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes y La ciudad y los perros (1962) de Mario Vargas Llosa – entre otras-, sin duda, que tenían preparado el terreno para la emergencia de nuevos relatos y la reedición de varios que no habían tenido mayor circulación editorial. 1967 es como la fecha inaugural del Boom, por cuanto en ese año se publicó la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez que tuvo un éxito inusitado y se expandió por el mundo entero, mientras la crítica periodística y la académica posicionaba a su autor y a la obra como magistrales. 1969 marcará otro hito escriturario con Conversación en La Catedral de Vargas Llosa. El Boom, entonces, era imparable, incluido nuestro José Donoso con El obsceno pájaro de la noche (1970) y Casa de campo (1978).
De todo esto trata -y de mucho más- un libro de más de quinientas páginas titulado Aquellos años del Boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo del periodista barcelonés Xavi Ayén, quien ha realizado una exhaustiva investigación acerca del fenómeno literario descrito contando con fuentes vivas y bibliográficas. El libro es imprescindible para conocer en profundidad el Boom latinoamericano. En él conocemos el porqué, por ejemplo, de la enemistad profunda entre dos íconos del movimiento como García Márquez y Vargas Llosa (historia de un fraticidio) y otras muchas menudencias de la intrahistoria del Boom y de sus partícipes. El libro permite visualizar la presencia de la importante escritora uruguaya -exiliada en Europa- Cristina Peri Rossi, el destino trágico de Marta Traba, la figura de María Pilar Donoso y la impronta de Carmen Balcells, la Mamá Grande, en un movimiento casi patriarcal.
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