Es el protagonista de una historia personal que involucra a otras personas viviendo iguales situaciones límites donde la muerte está siempre presente. El relato testimonial -que de alguna manera es también un ejercicio escriturario memorístico- busca hacer presente un pasado de un sujeto histórico -todos lo somos- en un momento determinado. Espacio y tiempo se entrelazan en el acto recordatorio.
Crónica e imagen por Eddie Morales Piña, crítico literario.
La pregunta con que abrimos esta crónica es un recordado jingle de la emisora mencionada en el mismo enunciado y que resonaba hacia algunos años en el dial. La clave de lectura de este mensaje publicitario tiene que ver en el contexto de quien lo recuerda en su escrito que conforma un testimonio. Para este enunciante -la voz que narra- el jingle en determinadas circunstancias de su intrahistoria se transformó en una música y voz ominosa. El recuerdo de sus peores momentos de la existencia. Efectivamente, la secuencia o frase que es una pregunta -y que tenía como respuesta, la hora cronológica-, es el subtítulo del libro El Golpe llegó a golpearnos de Carlos Carstens Soto, publicado en 2016. Habiendo leído parte de la producción literaria de este escritor que es un ingeniero y cuyos derroteros son la escritura de al lado -los denominados géneros referenciales-, nos faltaba desplazar nuestra vista sobre esta obra que es un testimonio. Sin duda que, en el contexto de los 50 años del Golpe, el relato adquiere connotaciones inusitadas y ribetes de orden histórico insoslayables. Un libro que mantiene su carácter primigenio.
La portada es un significativo collage -si es que así puede denominársela- donde aparecen sobre un trasfondo color amarillo y rasgado trozos de escritura a máquina en que afinando la vista el lector puede captar el nombre de Carlos Carstens. Se trata de documentos oficiales emanados de una institución universitaria. Incluso destaca la firma de una autoridad y la fecha 11 de abril de 1975, así como las clásicas estampillas de una casa de estudios superiores. En el nivel inferior de la portada el nombre del autor del libro en un fondo oscuro. Este nos presagia lo que se podrá revelar al interior de las páginas. Este mismo color -o ausencia de color- destaca en letras altas la palabra Golpe, mientras que el resto del título -porque el núcleo del sintagma es Golpe– está en color rojo, el color de la sangre, del sufrimiento y del martirio. Entremezclado en esta diagramación está la pregunta radial.
La obra de Carlos Carstens está encapsulada dentro de los parámetros de la escritura testimonial. En este sentido, se reactualiza un antiguo tópico llamado el criterio de lo visto y lo vivido. Es el testimonio, que responde al decir que se estuvo allí y se puede dejar constancia verdadera de los acontecimientos donde el sujeto emisor del relato pasa a transformarse en un eje esencial del enunciado. Es el protagonista de una historia personal que involucra a otras personas viviendo iguales situaciones límites donde la muerte está siempre presente.
El relato testimonial -que de alguna manera es también un ejercicio escriturario memorístico- busca hacer presente un pasado de un sujeto histórico -todos lo somos- en un momento determinado. Espacio y tiempo se entrelazan en el acto recordatorio. La evocación mediante la escritura hace confluir el sujeto de la enunciación con el enunciado. Carlos Carstens Soto, alumno de una universidad porteña -de Valparaíso- al momento del Golpe, nos lleva a revivir diversos momentos existenciales de aquellos instantes aciagos. Memoria y escritura como un perfecto cronotopo bajtiniano articulan la estructura de esta obra reveladora de oscuros y dolorosos sucesos que se hicieron interminables.
El relato testimonial del autor tematiza en varios segmentos la historia de una vida -y de otras vidas- en el contexto del Golpe del 11 de septiembre de 1973, haciendo referencias al pasado, recuerdos del presente histórico que le cupo experimentar y el devenir posterior cuando sale hacia el exilio. La memoria escrituraria transida de dolor, pero también de esperanza se complementa con la voz denunciadora –yo acuso– ante las tropelías y abusos de los tiempos dictatoriales. Carstens rememora su paso por la UTFSM como alumno de Ingeniería y de cómo el Golpe truncó la vida académica convirtiendo aquel lugar en un sitio ignominioso de la cual hasta el momento de la escritura exigía una reparación histórica. El relato se estructura como un tejido.
El texto –textum– es un tejido, un entramado, que se construye mediante el lenguaje. Esta es la razón de que la obra de Carlos Carstens va trayendo a la memoria instantes precisos de la existencia donde hay múltiples detalles que enriquecen emocionalmente el relato. Las fotografías al interior del libro, por su parte, son otra forma escrituraria que revelan -sacan a la luz- los diversos eventos de dicha existencia tanto personal como societal. Así, aparecen su madre Claudina Soto y sus familiares, compañeros universitarios como Raúl Zurita -el poeta que ya lo era en la universidad y cuya incipiente carpeta de poemas fue lanzada al mar- y documentos que parecen absurdos, como aquel que indica que “debió suspender sus estudios por razones extracurriculares” y otros plenos de esperanza como aquel que le permitió partir exiliado -desterrado, echado de tierra– rumbo a Inglaterra donde se graduó de ingeniero electrónico en la University of East London.
Carlos Carstens va desplegando el texto como abriendo un abanico de múltiples facetas de la existencia donde la solidaridad se constituye como un sólido cimiento en medio de la barbarie donde se cometieron violaciones de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, especialmente en los espacios de desgarro como el Cuartel Silva Palma y la cárcel de Valparaíso. Por allí aparece el cura Miguel Woodward, detenido desparecido, cuyo martirio como tantos otros comenzó en aquella universidad de un majestuoso estilo señorial. En medio de ese devenir, la música ocupa un lugar central. Aquí está la clave de por qué el autor del libro ama los vinilos y es un consumado coleccionista de ellos.
En definitiva, el relato testimonial de Carlos Carstens Soto es un libro que no puede dejar a nadie indiferente. Todo lector/a que se sumerja en sus páginas podrá vivenciar lo que aconteció con muchos hombres y mujeres que éramos jóvenes en aquel tiempo. La memoria permite rememorar y recuperar un pasado para afirmar con convicción un nunca más.
(Carlos Carstens Soto. El Golpe llegó a golpearnos. ¿Radio Recreo qué hora es? Santiago: RiL editores, 2016. 248 pág.)
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