La portada de esta obra cuyo título principal es Seguires. Poesía reunida (1972-2016) es sobria. Es, efectivamente, como un ladrillo. En ella destaca la nominación de Seguires en color rojo con letras mayúsculas como indicando que aquí está la clave. El título está muy bien elegido. Es una forma nominal que alude al verbo seguir.
Eddie Morales Piña. Crítico Literario.
Aunque no debiera comenzar con un comentario de la intrahistoria, pienso que así lo haré. En el segundo semestre del año pasado –sin que se nos hiciera presagiar la pandemia en que estamos envueltos-, la colega Renate Decker me anunciaba que pronto me traería un regalo consistente en un libro. Efectivamente, esto ocurrió en el mes de agosto de 2019 cuando me entregó el obsequio. Seré infidente, pero en ese instante dijo: “¡es un ladrillo!” –con ese humor alemán que tiene Renate. Sin duda que lo manifestó porque el texto posee nada menos que 707 páginas en un formato de 17 x 26 centímetros aproximadamente. Este dato material es relevante como elemento de lo paratextual al igual que la portada. El autor de la obra es el poeta A. Bresky. Y aquí, entramos en el misterio, porque este es el seudónimo de un reconocido académico. También podríamos decir que A. Bresky es el alter ego de aquel, o bien un heterónimo. La idea era que promediando el año pasado pudiéramos presentarlo, pero las circunstancias socio-históricas en que nos vimos inmersos, postergó el evento hasta el día en que escribo estas líneas mientras la pandemia se enseñorea por el mundo y por nuestro país.
La portada de esta obra cuyo título principal es Seguires. Poesía reunida (1972-2016) es sobria. Es, efectivamente, como un ladrillo. En ella destaca la nominación de Seguires en color rojo con letras mayúsculas como indicando que aquí está la clave. El título está muy bien elegido. Es una forma nominal que alude al verbo seguir. Seguires vendría siendo como un transitar inconcluso, una acción que está siendo llevada a cabo, un caminar, cuya meta aún no se avizora. Interesante forma de explicitar el quehacer poético como algo inacabado, en permanente actio. Luego la portada nos señala que se trata de poesía reunida. Por su parte, esta frase está en total correspondencia con el nominativo principal; es el complemento. No se trata de las obras completas de A. Bresky, sino de aquellas que se enmarcan en un eje temporal: 1972-2016. Las dos primeras obras reunidas están bajo el nombre de Adolfo Nordenflycht; las siguientes son de autoría de A. Bresky. Al estar aquellas en este volumen, se subsumen en la nueva identidad del sujeto escriturario.
No me cabe la menor duda de que Adolfo Nordenflycht/ A. Bresky ocupa un lugar destacado –único- en la poesía lírica de Valparaíso. Sin embargo, el poeta ha sido casi soslayado; está como situado en los márgenes. No estoy bien seguro, pero creo que formé parte del jurado, hace algunos años, que le otorgó el Premio Municipal de Literatura de Valparaíso, precisamente por la calidad de su producción poética. La poesía de A. Bresky ha suscitado diversos estudios académicos, algunos de los cuales se recogen en esta obra. Su poesía no es fácil de leer, es compleja, -aunque toda poesía lo es por la retórica en ella implicada. El lenguaje en la obra lírica adquiere un sentido insospechado, pues entramos en senderos donde la lengua es llevada a una ejercitación distinta a la norma habitual. Este quiebre hace que el poema cruce la frontera hacia una connotación distinta.
Detrás de A. Bresky, como dije al comienzo de esta crónica, hay un académico que ha enseñado durante años teoría literaria y análisis del discurso literario; la tarea del hermeneuta que busca desentrañar los sentidos de lo escriturario en la producción lírica de diversos autores de la literatura universal, desemboca –creo- en su propia experiencia como creador. Cuando uno va tras estos seguires se percata de que el locus sobre el cual se asienta esta contundente obra, precisamente es el lenguaje poético. De este modo, entonces, estamos desde nuestra perspectiva lectora en presencia de una obra metapoética. A. Bresky mediante los hablantes o sujetos líricos que se despliegan en el acto escriturario van dando cuenta persistentemente de la imposibilidad del lenguaje de mostrar la realidad aprehendida.
Seguires de A. Bresky es una obra que se debe leer reposadamente. Hay en ella un proyecto poético sumamente relevante, que deslumbra por las voces que se nos muestran en los diversos instantes de la poiesis. Es una poesía que, como lo dijo Pedro Lastra en 1995 en una carta a A. Bresky: “me parece memorable, con muchos momentos de rara y cautelosa intensidad”.
(A. Bresky: Seguires. Poesía reunida 1972-2016. Edición y estudios preliminares de Andrés Melis y Ana María Riveros. Ediciones Inubicalistas. 2019. 707 pág.).
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