Cristina Peri Rossi es una de las escritoras del Boom de la novela hispanoamericana. Este fue un movimiento –que no una generación- que se gestó desde la perspectiva de las editoriales y de uno de los premios más cotizados, como lo fue el Biblioteca Breve de Barcelona.
(Crónica literaria de Eddie Morales Piña)
En una reciente crónica para Espacio Regional recordamos a la escritora Marta Traba. Ahora lo haremos con una de sus congéneres en el espectro de la literatura hispanoamericana contemporánea: Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941). Comenzaré con una breve evocación de cuando la escritora uruguaya radicada en Europa (después de haber salido al exilio) visitó a Valparaíso y, específicamente, la universidad donde desarrollé mi vida como académico. Al cumplirse el quinto centenario del “descubrimiento” de América –o el encuentro de dos mundos, como se le denominó- una serie de escritores y escritoras iberoamericanos se esparcieron por los países de la América de los siete colores o la América de los cien nombres, con el fin de conmemorar y recordar el suceso histórico. Siendo jefe de carrera de Pedagogía en Castellano, nos contactaron desde un ministerio gubernamental para ofrecernos la visita con sus respectivas conferencias de estos autores y autoras; por supuesto que nuestra respuesta fue afirmativa ante tal suceso. Fue así como conocí a Cristina Peri Rossi en Valparaíso. En esa oportunidad ella dio una conferencia sobre el tema del exilio y su conexión con la literatura que ocupa un lugar relevante en su narrativa. Sin duda que hubo otros escritores y escritoras que visitaron la universidad, entre ellos la intelectual mexicana Margo Glantz. Estamos situados en los principios de los años noventa del siglo pasado, precisamente en 1992. Al término de la jornada me dedicó uno de sus libros: “Solitario de amor” (edición original de Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1988. La edición autografiada corresponde a la primera en la Colección Fin de Siglo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México y la Editorial Grijalbo de 1990).
Cristina Peri Rossi es una de las escritoras del Boom de la novela hispanoamericana. Este fue un movimiento –que no una generación- que se gestó desde la perspectiva de las editoriales y de uno de los premios más cotizados, como lo fue el Biblioteca Breve de Barcelona. Desde la distancia histórica del fenómeno que remeció el acontecer de la literatura de nuestro continente más allá de sus fronteras, pareciera ser un suceso presidido, promovido y que giraba en torno a los escritores, es decir, a los hombres. Esto se encuentra avalado por sus principales figuras con sus novelas emblemáticas que generaron –y siguen generando- múltiples estudios y tesis . Sin embargo, ahora sabemos que –indudablemente- hubo entre medio de ellos, escritoras. Mujeres como Cristina Peri Rossi, Marta Traba, Luisa Valenzuela, Rosario Castellanos. El sistema patriarcal literario en que se vieron inmersas pretendió ocultarlas, invisibilizarlas, marginarlas –y quizá, anularlas-. Pero la contundente producción literaria de ellas es una muestra palpable de su presencia activa en aquellos años del Boom.
En el libro ya canónico de Luis Harss titulado “Los nuestros” no hay ninguna escritora. La misma denominación tiene una marca genérica dominante. Las nuestras parecieran que no existieran al momento de la emergencia de este libro que marcó una época. Este reparo se revierte, en parte, con la obra de Xavi Ayén –que comentamos en este medio-aunque también en el subtítulo el autor dice “García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo”. Efectivamente, lo cambiaron todo en compañía de las mujeres escritoras del Boom. Si no fuera por la icónica fotografía de Carmen Balcells rodeada de cinco varones escritores de los que fue su agente literaria, podríamos pensar que fue un selecto club cerrado. Al interior de esta obra monumental de Ayén hay una hermosa fotografía de Cristina Peri Rossi junto a Julio Cortázar, uno de los autores señeros del movimiento, en la casa del autor de “Rayuela” en París en 1973.
La obra narrativa de Cristina Peri Rossi es amplia. En esta evocación de su presencia recordaremos la novela mencionada que nos autografió en Valparaíso en 1992. Este es un relato breve de un poco más de ciento ochenta páginas. La novela puede ser leída e interpretada desde distintas perspectivas. Se trata de una historia de amor. Un amor compulsivo entre Aída y su amante –quien es, además, el narrador. Se trata, por tanto, de un texto cuyo enunciante lo hace desde el punto de vista de un sujeto masculino. Este aspecto es uno de los puntos significativos de la novela de Peri Rossi: quien narra en primera persona es un ente masculino. Aída es el ser deseado. En consecuencia, como lectores estamos en presencia de una historia de amor –no al estilo de una novela romántica decimonónica o novelas rosas– sino por el contrario, es el relato de cómo el sujeto principal sólo puede vivir en función de la amada quien es como la matriz nutriente que le da vida. La escritura de Peri Rossi alcanza momentos muy relevantes cuando despliega narrativamente los encuentros íntimos de la pareja. En este sentido, “Solitario de amor” es una novela erótica (no como un best seller que después se hizo película hace algún tiempo atrás).
El tema de lo erótico en la literatura y en el arte en general está posicionado por obras señeras. Vargas Llosa en su ensayo sobre “Madame Bovary” de Gustave Flaubert (“La orgía perpetua”, 1978) sostiene que lo erótico se muestra de manera perfecta cuando “lo sexual no es exclusivo ni dominante, sino se complementa con otras materias, se halla integrado en un contexto vital complejo y diverso, como ocurre en la realidad”. Para el novelista y ensayista, la obra de Flaubert es el epítome del tratamiento literario y discursivo de cómo lo erótico se encuentra ensamblado dentro de una historia. Más aún, tratándose de una novela que debía sortear la censura de una época cargada de prejuicios. Todo lector/a de esta magistral novela del autor francés del siglo antepasado recordará, obviamente, uno de los episodios más eróticos del texto donde Emma Bovary se entrega por primera vez a Leon, mientras recorren las calles de Rouen en un coche. La novela de Peri Rossi no sólo insinúa sino que también muestra con sutileza lo erótico en la vida del narrador y de Aída. En este sentido, el lenguaje llega a ser casi poético. “Solitario de amor” es también una novela que tiene en el enunciante una especie de lobo estepario; el protagonista masculino –aunque más bien debiera decir el coprotagonista, porque la auténtica figura principal del relato es Aída- sólo existe en razón de la amada; se siente un paria en el mundo que sólo puede subsistir en tanto está en relación a Aída. El mundo es para él un paraje inhóspito que sólo la mujer puede llenar y completar. Por tanto, creo que la novela es una sobresaliente metáfora de otro tema predilecto de la autora: el exilio.
Por último, Cristina Peri Rossi es una de las sobresalientes “escritoras en un grupo de hombres”, cuya vigencia literaria está presente. Recientemente, se hizo acreedora de un importante premio otorgado por una universidad chilena, pues en su obra hay temáticas que hoy –y siempre- han sido significativas dentro de nuestras sociedades.
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