El título es como la formulación de un sicario que está dispuesto sólo a matar por encargo a cambio de una remuneración. La novela en este sentido no le hace el quite a esta aseveración. Como saben quienes leen mis crónicas, no me agrada contar, resumir, sintetizar el argumento de una novela. Sólo damos algunas pistas interpretativas para quien se adentre en la historia.
(Texto e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario)
Diego Muñoz Valenzuela es uno de los escritores prolíficos de las últimas generaciones de la literatura chilena. Es un maestro en la escritura del subgénero narrativo del cuento y de los microrrelatos. En la novela sigue demostrando que es un narrador consumado que puede desplazarse por diversos formatos escriturarios.
La reciente obra que hemos leído de Diego Muñoz es un texto que, probablemente, sorprenderá al lector/a, porque aúna diversas tematizaciones en la estructuración de la diégesis -perdonen el término tan teórico-, esto quiere decir en lenguaje común la forma como se nos presenta la historia o la trama del relato. Estamos frente a un texto híbrido. Esto no es un demérito, sino, por el contrario, es un acierto del autor. En realidad, la mayor parte de los textos literarios en épocas recientes recurren a este tema de la hibridez, aunque podemos remontarnos a tiempos pretéritos para encontrar dicha huella.
El texto de Diego Muñoz se ubica dentro del género literario de lo narrativo y es una novela. Una forma novelesca bastante peculiar donde el lector/a podrá percatarse que hay dos grandes segmentos narrativos claramente diferenciados, pero que se entrelazan en el desenvolvimiento de la trama. El escritor nos tiene acostumbrado a esta forma de narrar, sólo que ahora se hace más evidente.
La novela se titula La muerte es un trámite (2022). Es una denominación provocativa que sólo se podría relacionar con el relato policiaco o la llamada novela negra -que no es más que un subgénero de aquel. El título es como la formulación de un sicario que está dispuesto sólo a matar por encargo a cambio de una remuneración. La novela en este sentido no le hace el quite a esta aseveración. Como saben quienes leen mis crónicas, no me agrada contar, resumir, sintetizar el argumento de una novela. Sólo damos algunas pistas interpretativas para quien se adentre en la historia.
La hibridez discursiva de la obra de Diego Muñoz Valenzuela está en que comienza como un relato que se desplaza por los tópicos o la retorica de la ciencia ficción o el relato fantástico para desembocar en los espacios de la novela negra, incluido un policía que se equilibra entre el buen obrar o en hacerse cómplice de un mundo donde los valores morales o éticos están en las antípodas de los personajes. Estos son quienes se desplazan entre la Fuente de Juvencio y el mundo sórdido y despiadado donde sólo importa el mejor postor. El lector/a de esta novela ingresara a un espacio futurista donde es posible ganarle a la muerte, al término de la existencia mediante un procedimiento científico que permite la inmortalidad. Don Jerónimo Lisboa -el protagonista- no es más que una especie de creatura como la reencarnación del doctor Frankenstein, solo que aquí no es un cuerpo muerto que vuelve a la vida. El doctor Urquiola es quien hace el experimento de volver joven a quien ya no lo es, mientras Marco Antonio Jeldres es el fiel sirviente que acompaña a su señor en todos los avatares de su nueva vida hasta que aparece el antagonista, quien tratará de apoderarse de la Fuente de Juvencio, que no es más que Urquiola y sus aliados, entre ellos la enfermera de la que Lisboa, convertido en un joven transforma en su amante. La contraparte de Lisboa es un peligroso individuo de nombre Mahmud y su corte de feroces guardianes que no trepidan en liquidar a quienes se opongan a sus planes. Las páginas finales con el enfrentamiento entre las dos fuerzas son narradas como en una película de acción donde el que escapa de las balas es por milagro.
Sin duda que más allá de la historia que nos narra Diego Muñoz Valenzuela sobre la base de los tópicos y la retórica literarias que le son característicos, la novela plantea un tema ético -no tan futurista- cual es la manipulación de la vida natural. La novela se lee con fluidez y gustará a quienes sean lectores/as que se sientan atraídos por los dos ejes que mencionamos y que estructuran el relato.
(Diego Muñoz Valenzuela: La muerte es un trámite. Santiago: Zuramérica Ediciones. 2022. 320 pág.).
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