Francisco Riquelme hace gala de su amor por el valle que lo vio nacer. Y cada día, lo va plasmando en su proyecto comunicacional “Gran Casablanca”. El porqué de su creación, su pensamiento y su visión de la comuna, a continuación.
(Entrevista de Espacio Regional)
¿Cómo surgió la idea de «Gran Casablanca»?
-Desde hace un par de años tenía el interés de crear un espacio para reflexionar sobre lo que significa vivir en comunidad, que para mí es la principal fortaleza que tenemos en Casablanca. Crecí y me crié en un pueblo donde el respeto y la confianza han sido valores fundamentales. Yo dejaba mi bicicleta en la calle y al otro día estaba allí; podía caminar en la noche sin temor a que me pasara algo; o el espacio público, como la calle, era una extensión del patio de la casa. ¿Por qué no cuidar y mantenerlo? Hay que asumir que las sociedades cambian, pero perfectamente podemos reflexionar y proponer medidas para cuidar la vida en comunidad.
Luego, con los cambios acelerados que ha tenido Chile desde octubre 2019, y con la pandemia, se hizo más necesario generar espacios de diálogo, reflexión e información que trasladaran todo lo que pasa en el mundo a la realidad de Casablanca. Así, junto a colaboradores y colaboradoras hemos invitado a premios nacionales, académicos, investigadores, ex autoridades, figuras públicas, para conversar con casablanquinos y casablanquinas sobre diversos temas.
¿Pensaste en el impacto de la plataforma?
-No, porque era una apuesta a largo plazo. Los procesos de transformación social en curso nos han ayudado, porque las personas quieren más información, entender bien sobre las problemáticas que existen, por ejemplo, ¿Por qué es necesario cambiar la Constitución y el sistema de pensiones? Así, desde la primera charla con el premio nacional de historia Gabriel Salazar, hasta los actuales conversatorios en pandemia, hemos llegado a miles de espectadores. De esta forma, en esta crisis del Covid-19 hemos tratado de mantener una parte del tejido comunitario, en tiempos donde conectarnos es vital mientras estamos distanciados físicamente.
¿Cuáles son, a tu juicio, los principales problemas que afectan a Casablanca?
-Hay un antes y un después con la pandemia. Si bien existen problemas que son comunes en todo el país, en Casablanca tenemos la necesidad de abordar con mayor convicción todas la variables vinculadas al buen convivir, que son asegurar el derecho a una vida digna y fomentar una cultura del respeto multidimensional.
Sobre lo primero, te menciono mientras cuatro temas: disponer de una salud de calidad en el sector urbano y rural. El nuevo hospital ayudará en esto, pero tenemos un extenso territorio rural y a nivel comunal hay una deuda en salud mental, sin presupuesto y sin políticas sólidas y sostenibles. Aquí también existe el centralismo. Segundo, revisar bien cómo ayudar a la economía doméstica, reduciendo el costo de vida de las familias dada la inestabilidad laboral y el alto endeudamiento. En esto hay que ser creativos, con ideas como un sistema de transporte municipal gratuito. Tercero, disponer de una nueva política de seguridad con foco en la gestión desde los barrios. No nos sirve tener decenas de cámaras si vamos a estar encerrados en nuestras casas. Cuarto, activar la economía local para generar mayor empleo y emprendimientos. Acá es necesario dar a apoyo al comercio y articular con la industria agrícola, logística y transporte.
En cuanto al respeto multidimensional, te menciono dos aspectos. Primero, el respeto con quienes convivimos, en particular con aquellos que viven en riesgo o que sus derechos están siendo vulnerados. Segundo, lo referido al respeto al medio ambiente y la naturaleza. Lamentablemente, hoy hemos aceptado que a las comunidades les falte agua, que cada cierto tiempo soportemos malos olores y ruidos molestos, que se abandonen mascotas, se ensucien los caminos rurales o que se destruya el patrimonio natural.
Un ejemplo que te puedo dar sobre la vulneración del derecho a una vida digna y una falta de respeto a las personas, es lo que ocurre con Quintay. Hemos visto un Estado ausente y un municipio indolente en su obligación de disponerles con diligencia agua para consumo humano.
¿Qué piensas del accionar municipal, sobretodo tras el estallido social y la pandemia?
-Para un análisis justo hay que separar las responsabilidades de quienes dirigen y de quienes trabajan o son funcionarios municipales. Mi evaluación es con quienes encabezan o son responsables de la gestión.
Una parte de la política comunal está en proceso de decadencia y de obsolescencia, pues no están siendo capaces de traducir localmente los desafíos mundiales y nacionales a la realidad de Casablanca. Los he visto carente de ideas y herramientas. Están haciendo una política de los años 80 y 90. No los veo preocupados de generar diálogo, convocar a un proyecto colaborativo, de cómo enfrentar el cambio climático, adoptar las nuevas tecnologías, etc.
Por un lado, tenemos a autoridades que no quieren avanzar y liderar estos cambios, muy metidos en sus ideologías y trincheras personales. En los concejos ves a algunas autoridades muy prepotentes y soberbias, que están más preocupadas de atacarse entre sí y no proponer un desarrollo nuevo y distinto.
Por el otro, respecto a la gestión, no hay iniciativa propia y muchas veces dan respuestas tardías y poco creativas. En la pandemia ha habido ausencia de liderazgo. No he visto una capacidad de articular políticas que beneficien circularmente a las familias afectadas y a la economía local, por ejemplo. La principal política local no puede ser solo entregar cajas de alimentos.
¿Cómo percibes a la ciudadanía de Casablanca, tras los acontecimientos históricos que hemos vivido como país?
–Es una ciudadanía que quiere colaborar en el desarrollo de la comuna. Pasamos rápidamente de un estado de escucha pasiva, a uno de participación y acción. Han visto que no hay respuesta de las autoridades, que no los invitan a co-construir, por lo tanto toman la iniciativa y avanzan en crear sociedad. Hay muchos casos, pero piensa solo en los cambios culturales que han generado espacios ciudadanos como La Plazoleta y Barrio Sonoro; la Coordinadora Ecológica y las organizaciones de Quintay en materia ambiental; la capacidad de los colectivos feministas en instalar discusiones sobre políticas de género y respeto a la mujer; y el trabajo de los clubes deportivos, juntas de vecinos y agrupaciones religiosas y culturales en mantener activo el vínculo social y solidario ahora en pandemia.
Desde la ciudadanía y las organizaciones se está construyendo comunidad y pensando en el desarrollo. Eso no lo han entendido las autoridades, muy acostumbradas al personalismo y la verticalidad. Es tiempo de convocar y co-construir.
¿Qué debería considerar un proyecto de administración municipal con un mínimo de 4 años?
-Todo proyecto necesita liderazgo, confianza y credibilidad. Localmente llevamos años de estilos personalistas y poco transparentes. Por lo tanto, lo primero es erradicar todo indicio de corrupción.
Luego, en la gestión, reorientar la misión y proponer un proyecto participativo y colectivo. Un municipio no puede ser solamente un organismo burocrático donde haces trámites y, que de vez en cuando, influye en mejorar la calidad de vida de las personas. No. La obligación es tener una propuesta de trabajo diligente, eficiente y de calidad, que agrupe todos los esfuerzos posibles para contribuir en el bienestar de la comunidad
¿Cómo llevarías adelante dicho proyecto?
-Mediante un desarrollo comunal que tiene como objetivo mayor el bienestar de la comunidad y el derecho a una vida digna. Pero esto va a quedar solo en en papel si no proponemos un proyecto dialogante, inclusivo y colaborativo, que entienda y sea hábil en traducir localmente los múltiples cambios y transformaciones de las sociedad.
Finalmente, tener un «sello casablanquino», es decir, incorporar en el proyecto la experiencia y conocimiento de haber nacido y crecido en Casablanca, no solo uno, sino que también tus abuelos, padres e hijos.
Pensar y crear comunidad es el leit motiv de Gran Casablanca… ¿y también de Francisco Riquelme?
-Sí, porque ante todo somos una comunidad. Pensar y construir entre todos y todas.
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