La escritura cuentística de Diego Muñoz Valenzuela en la otra vertiente, es decir, en el cuento al modo clásico es también sobresaliente. Creemos que el autor es uno de los autores chilenos de la literatura reciente que se ha constituido en un maestro de este subgénero narrativo.
Eddie Morales Piña. Profesor Titular. Universidad de Playa Ancha.
Diego Muñoz Valenzuela es un escritor chileno de la generación de los ochenta, nacido en Concepción en 1956. Es, sin duda, uno de los más destacados autores de las últimas décadas en nuestro país que ha cultivado tanto la novela como el cuento. Además, es un eximio cultivador del denominado microrrelato en el contexto de la literatura hispanoamericana. Precisamente, nos vamos a referir a dos textos suyos que transitan por los márgenes de la escritura breve (el cuento) y la brevísima (el microcuento). Son lecturas de dos libros de Diego Muñoz que hemos vuelto a revisitar para redactar esta crónica que es como pagar una deuda pendiente, ahora que el escritor está pronto a presentar una nueva novela.
En un artículo académico que escribimos hace algunos atrás poníamos a Diego Muñoz Valenzuela como uno de los exponentes más significativos de la escritura mínima en las letras nacionales. Esta categoría textual es de por sí casi indefinible, pues hay tantas definiciones de ella como teóricos/as y escritores/as que se han referido a este modo de escribir. Si un cuento puede caracterizarse como una estructura verbal breve donde lo esencial es el desarrollo de una historia que se concentra en el desarrollo de un motivo fundamental, el microrrelato lleva in extremis dicha cualidad del relato. Es decir, el microcuento (y aquí está la polivalencia denominativa del producto verbal) lleva al grado superlativo esta condición de la brevedad. Los microrrelatos, microcuentos, brevísimos, cuentos en miniatura, y otros muchos motes, trabajan sobre la base de diferentes caracteres propios de la escritura que son exacerbados por el enunciante narrativo como, por ejemplo, la parodia, la ironía, la reescritura de textos canónicos, que le dan a esta clase de textos una peculiaridad especial.
Sin duda de todo aquello encontramos en el libro “Las nuevas hadas. Microrrelatos fantásticos” de Diego Muñoz V. (Santiago: Simplemente Editores, 2011). Se trata de un conjunto de microcuentos que están focalizados en lo fantástico –que es una categoría literaria, además, recurrente en la literatura y que ha llevado a múltiples definiciones y clasificaciones. Los relatos han sido agrupados en ocho espacios textuales de acuerdo a la temática en ellos desplegados. Son un centenar y medio de microrrelatos donde el autor va narrativizando personajes, situaciones, motivos propios del mundo fantástico o fabuloso en que campean algunas de los rasgos que hemos explicitado antes como la ironía, la parodia, el humor o la intertextualidad. La verdadera vuelta de tuerca que lleva a cabo el narrador con historias canónicas de la literatura es verdaderamente un acierto. Por las historias deambulan seres fabulosos como dragones, vampiros, licántropos, brujas, fantasmas y muchos otros seres propios de la imaginación más desbordada de los bestiarios de la literatura medieval o de los primeros aventureros de tierras ignotas. Pero también Muñoz Valenzuela como buen escritor que es en el plano de la ciencia ficción y de relatos distópicos, nos sumerge además en una escritura mínima que se desplaza por esos senderos. En definitiva, el lector/a tendrá una experiencia de caminar por un universo fantástico y sorprendente donde todo es posible. Si hasta “el trauko” se nos hace presente.
La escritura cuentística de Diego Muñoz Valenzuela en la otra vertiente, es decir, en el cuento al modo clásico es también sobresaliente. Creemos que el autor es uno de los autores chilenos de la literatura reciente que se ha constituido en un maestro de este subgénero narrativo. Entre las hadas y otras criaturas sorprendentes del libro anterior, resulta que en libro a que haré referencia, están los ogros. Estas criaturas humanoides están presentes en las mitologías de diversos países europeos con una connotación casi siempre negativa: son sanguinarios y malvados. No se trata de un ogro como Shrek, sino el de un cuento clásico como “Pulgarcito”. Muñoz Valenzuela en este volumen titulado “El tiempo del ogro” (Santiago: Simplemente Editores, 2017) recupera esa connotación de la criatura para designar metafóricamente los acontecimiento ocurridos en una etapa concreta de nuestra historia reciente.
En efecto, este libro de veintiún cuentos –algunos de considerable extensión, al contrario de otros- tematizan los años de la dictadura. En consecuencia, los motivos que se despliegan son aquellos relativos a la persecución y la tortura, el trabajo clandestino de la resistencia, las acciones de los organismos represores del estado, la lucha por recuperar la democracia perdida y añorada, etc. Cada uno de los cuentos que componen el libro nos muestra la versatilidad escrituraria de Muñoz Valenzuela; son cuentos que revelan una realidad muchas veces oculta u olvidada. Los relatos van descorriendo el tupido velo y nos llevan al “tiempo del ogro” donde la violencia, la delación y la muerte se enseñoreaban sobre las personas. El manejo en la construcción verbal de las historias, la creación de personajes imprescindibles, la apelación a la memoria colectiva y al lector histórico, las relaciones intertextuales, así como el desenvolvimiento de las historias que atrapan desde el principio, hacen de este volumen de cuentos de Muñoz Valenzuela uno de los mejores que hemos leído en el último tiempo. La maestría de un autor está, por ejemplo, en el relato –de dos páginas y media- titulado “Auschwitz” que se plantea con un comienzo casi natural: un anciano que sube al metro y que tendrá un final parecido al que se aplicaba en aquel campo de concentración y exterminio de macabra memoria. Indudablemente, el cuento es una metáfora que el lector/a deberá desentrañar. O bien, dicha maestría como cuentista se halla en un relato inquietante: “El visitante”, un personaje oculto en una casa que paulatinamente se convierte en alguien indeseado. Como lo manifestamos, algunos relatos alcanzan una longitud sorprendente como “Foto de portada”, pero que por la pericia escrituraria del autor hace que no pierda el sentido.
En síntesis, tal como lo dijimos al principio, la escritura de Diego Muñoz Valenzuela, sea en el cuento tradicional como en el microrrelato nos lo muestran como un narrador imprescindible al momento de detenerse en la literatura chilena de las últimas décadas. Un autor en su plena vigencia escrituraria.
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