En la portada del libro de Paulo Adriazola Brandt, abogado de profesión, se nos advierte que estamos frente a una novela histórica. Este es un formato de larga data en la historia de la literatura universal. En realidad, lo histórico está en el sustrato de las obras narrativas -y sin duda, en los otros géneros y subgéneros literarios. Generalmente, se identifica o sitúa el surgimiento de la estructura genérica en el siglo XIX donde, por cierto, hubo una profusión de relatos donde lo histórico era el sustento de la forma. En el caso de la narrativa chilena se advierte que una buena parte de las novelas de Alberto Blest Gana se ubican dentro de los parámetros de la narrativa histórica. La relación entre la Historia -es decir, los aconteceres en un espacio y tiempo determinado, encapsulados en el denominado discurso histórico- y la Literatura ya los problematizó Aristóteles en su Poética, al decir que aquella relata los hechos como efectivamente sucedieron, mientras que la segunda como pudieron haber pasado. En este sentido, entramos en los márgenes de la imaginación y, en consecuencia, de la poetización, de la creación literaria, de lo ficcional. No se trata, por tanto, de la Historia cuando de la narración literaria se trata. Hay un asunto histórico que es trasmutado a una condición de relato ficcional, aunque esté basado en un hecho acreditado por el discurso histórico. En la novela histórica decimonónica, se buscaba hacer lo suficientemente verosímil la creación. De allí la denominación de novela histórica.

El asunto de la obra de Paulo Adriazola Brandt está claramente sustentado en la portada. Es un relato que trata acerca del motín del teniente Cambiazo, hecho histórico ocurrido en 1851 en una colonia ubicada en Punta Arenas donde convivían colonos y criminales, además de confinados por razones políticas. El asunto está avalado por la discursividad histórica, especialmente por Vicuña Mackenna y más adelante por Enrique Bunster, autor de varios textos sobre lo que denominaba miniaturas históricas, sólo que en su relato había una recreación literaria de dichos eventos. Cuando usamos la palabra asunto estamos pensando en la clásica definición de W. Kayser, al consignar que es lo que vive en la tradición propia, ajeno a la obra literaria, pero que va a influir en la creación imaginaria. Por tanto, lo que lleva a cabo Adriazola Brandt es, precisamente, tematizar una rebelión en el finis terrae chileno que no deja de ser sorprendente dentro de un espacio-tiempo concreto. La novela recurre al discurso histórico -no cabe duda de que el autor del relato se documentó acerca del teniente Cambiazo y su sangriento motín- para recrearlo mediante los elementos propios de la retórica literaria. Es en este momento en que la obra del autor ingresa en los márgenes de la novela histórica. Transforma un asunto histórico mediante la narratividad. Vargas Llosa como teórico de la literatura -y que ha aplicado en su narrativa- argumenta que este paso sólo puede darse mediante lo que llama el elemento añadido, es decir, aquello que irrumpe y convierte un asunto en creación literaria. El autor de esta novela que tiene un título sui géneris nos lo demuestra por la misma denominación del relato. Quien habla en la frase conmigo no hai cuartel, es el propio teniente Cambiazo. Es una locución imperativa donde demuestra su autoritarismo como caudillo de una rebelión que tendrá un desenlace nefasto y se la dice a Nicanor García, su lugarteniente a la fuerza en el devenir de los acontecimientos. La forma impersonal del verbo haber en grafía antigua hai nos sitúa como lectores en el contexto epocal. La frase, además, de acuerdo con la Historia fue puesta en la bandera que Cambiazo ordenó confeccionar. Históricamente, el motín comenzó en la noche del 17 de noviembre de 1851encabezado por el mencionado personaje, quien estaba detenido por insubordinación. Desde allí comenzaron una serie de sucesos dignos del realismo mágico como que el teniente se asignó el grado de General de División y se autodenominó como gobernador de la región de Magallanes con poderes absolutos tomando prisionero al legítimo, Benjamín Muñoz Gamero, y proclamando al general José María de la Cruz como presidente de Chile, quien estaba en rebeldía contra el gobierno de Manuel Montt. Durante el tiempo que duró la revuelta, los acontecimientos se desencadenaron violentamente.

Paulo Adriazola Brandt programa la novela sobre la base de una perspectiva narrativa con un narrador intradiegético -esta denominación sólo quiere decir que estamos frente a un personaje inmerso en la historia y que es testigo del acontecer-. El relato se despliega mediante la voz de Nicanor García. Todos los sucesos pasan a través de su filtro narrativo, por tanto, los eventos están supeditados al conocimiento que tiene de estos como personaje. Es interesante que el autor haya pensado en programar así el relato. Podría decirse que estamos también frente a una novela de personaje, el propio narrador, Nicanor García, quien sufre lo indecible frente a las tropelías de Cambiazo y hace lo posible por salvar al gobernador y al cura del cadalso. Un personaje que se ve envuelto en los sucesos y cuyos requiebros amorosos con Susan, o los núcleos narrativos dedicados a la mujer indígena, son la única presencia femenina en la novela. El narrador no trepida en describir los sucesos debatiéndose en obedecer al tirano Cambiazo o bien rebelarse, pero la fuerza de la personalidad del teniente es ineludible. Al lector le podrá quedar la duda de quién es el protagonista de la novela, si el narrador García o Cambiazo, toda vez que este es visualizado desde la óptica de aquel. De tal modo, que García se erige como el verdadero fundamento de la historia. Sorprendentemente, promediando el capítulo séptimo de la novela, aparece otra voz narrativa que es quien cerrará el relato con un epílogo. En este el lector podrá prever cuál fue el desenlace, antes de que ocurra y el destino de los personajes. El elemento añadido del documento perdido que acredita que García entra en la revuelta no por voluntad propia es relevante.

En síntesis, la novela de Paulo Adriazola Brandt es un relato muy interesante de leer por cuanto da cuenta de un episodio histórico casi desconocido, pero que es revelado ficcionalmente con la solvencia narrativa del autor. Además, demuestra que la relación entre Historia y Literatura sigue plenamente vigente.

Por admin

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