Subdirector del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), Claudio Berríos Bravo, asegura que “cambio de hora es antinatura y nefasto” para el cuerpo, e incluso, afecta la producción de hormonas.
(Información vía NP)
Si siente cansancio, problemas para concentrarse o para dormir, usted está evidenciando algunas de las consecuencias del nuevo cambio de horario que empezó a regir en el territorio nacional el pasado fin de semana, instancia en que el reloj se adelantó en una hora en Chile Continental, con excepción de la Región de Magallanes y Antártica Chilena.
Para algunos resultan insignificantes estas alteraciones en el organismo, cuyos efectos visibles podrían durar semanas e inclusos meses, sin embargo, las implicancias son más profundas.
Así lo explica el subdirector del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad de Playa Ancha, Claudio Berríos Bravo, quien expresa que las modificaciones horarias son negativas porque los cambios abruptos quiebran el ritmo circadiano del individuo, que corresponde al ciclo de vida que ocurre en un día, el cual está ligado directamente a las horas de luz y de sombra, así como a la temperatura.
Una serie de procesos biológicos del organismo se ven alterados por estos cambios en las variables ambientales, en los que se ven afectadas, por ejemplo, la producción de hormonas fundamentales para la regulación del desarrollo y crecimiento, la reproducción del ser humano y la adaptación al estrés, entre otros.
“Yo lo veo como algo nefasto, porque altera nuestros ciclos circadianos. Circum significa alrededor, y diano, día, ciclo de alrededor de un día. Y, junto con eso, altera el eje hipotálamo-hipofisiario con el resto de las glándulas, particularmente, el eje hipotálamo-hipofisiario-adrenal para el cortisol; hipotálamo-hipofisiario-gonadal para la producción de hormonas sexuales; somatotrófico para la producción de la hormona de crecimiento. Esto genera, además, la alteración de un sistema relativamente nuevo que se ha ido descubriendo, que es el sistema glinfático, que permite un drenaje a nivel cerebral. Este sistema glinfático durante la noche mientras dormimos, moviliza sustancias neurotransmisoras, lípidos, glucosa, también durante el día. Y, de pasada, retira ciertas sustancias que podríamos llamar desechos o basura metabólica”, precisa Berríos.
Añade el especialista en neurobiología de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas que, si de un día para otro empieza a cambiar el ritmo del ser humano en una hora, aquello genera un desorden tremendo.
“Entonces, el cerebro está totalmente perdido durante los primeros días de adaptación, que a veces pueden demorar semanas, incluso meses en algunas personas. Este es un estado de estrés, que nosotros sin querer lo provocamos al cambiar una hora. Alguien podrá decir que una hora no es significativo, pero si somos estrictos a nivel celular y molecular, una hora sí tiene valor. Así es que, efectivamente, yo me quejo contra este cambio, porque es un cambio antinatura, que nos fuerza a modificar la exposición a la luz y a la sombra, y a las variaciones térmicas”, concluye el académico Berríos”, concluye el académico de la Universidad de Playa Ancha.
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