Quisiera, por tanto, traer al presente dos textos que marcaron un hito como ejemplares antológicos de autores y autoras en un espacio-tiempo determinado –el cronotopo bajtiniano-. Se trata de “Poetas porteños” de Luis Fuentealba Lagos y de “Poetas de Valparaíso” de Ediciones Rondas de España.
Crónica literaria de Eddie Morales Piña.
Durante las últimas crónicas literarias que hemos escrito para Espacio Regional nos focalizamos en algunas producciones discursivas del Valparaíso del ayer. Todo esto ha emanado como un afluente de la investigación que realizamos hace dos años atrás en relación a la presencia de la crítica literaria en el diario “La Unión” de nuestro puerto. Sin duda que esta es una veta inagotable que está allí puesta para que sigamos indagando y adentrándonos en un pasado relativamente reciente o remoto –según las décadas- siguiendo el hilo de Ariadna, porque todo es como en un laberinto: Valparaíso, como ciudad, pareciera serlo para quien no lo conoce.
En este sentido, la escritura que hemos estado realizando bien podría ser catalogada como de una arqueología literaria. La palabra arqueología –que es un hermoso vocablo compuesto con étimos griegos- denomina a la ciencia que se dedica al estudio de los restos que la humanidad ha dejado plasmados bajo diversas formas a lo largo del tiempo. Arqueo (Archaio) nos remite a lo antiguo, al pretérito –de allí proviene la palabra anticuario, por ejemplo-; en consecuencia, la arqueología es la disciplina que valora todas las evidencias de la cultura humana. Cuando pensamos en la arqueología literaria, presuponemos lo mismo: ir al descubrimiento y al rescate de aquellas obras literarias y textos afines que el quehacer escriturario mostró en un momento determinado de la historia literaria de un país o de una ciudad determinada. Las bibliotecas podríamos decir que guardan dicho patrimonio; sin embargo, hay obras que esperan dicho rescate en espacios no convencionales. En relación a lo anterior, Valparaíso, esconde mucho de este quehacer: es saludable redescubrir y poner en un presente dichos monumentos ocultos. La figura del flaneur –Walter Benjamin, dixit– es interesante: cuántas veces hemos callejeado por el puerto hasta que de improviso se hacen presentes las joyas bibliográficas.
No cabe la menor duda de que la vida cultural de Valparaíso desde el siglo antepasado ha sido rica y pródiga en todas las formas artísticas y, especialmente, en la literatura. Dentro de este rescate historiográfico la presencia de las antologías –lo mismo pasaba con las revistas- de narradores y poetas es un sello indeleble de la ciudad y de los círculos, grupos y sociedades literarias. Quisiera, por tanto, traer al presente dos textos que marcaron un hito como ejemplares antológicos de autores y autoras en un espacio-tiempo determinado –el cronotopo bajtiniano-. Se trata de “Poetas porteños” de Luis Fuentealba Lagos y de “Poetas de Valparaíso” de Ediciones Rondas de España.
La primera antología –“Poetas porteños”– fue una recopilación realizada por el poeta Luis Fuentealba Lagos y se publicó en Valparaíso en 1968 por el sello Ediciones Océano –que era la marca editorial de la Sociedad de Escritores de Valparaíso. La portada –en sí misma- es una obra de arte, pues fue el producto del artista plástico Camilo Mori, que nos muestra un típico ascensor y un navío con trazos magistrales; mientras que presenta al antologador, el hombre de Playa Ancha, Carlos León. Esto es así porque en cada una de las entradas de los seleccionados, Fuentealba Lagos –que se autoantologa- realiza una breve recensión de la obra del autor o autora que conforman el texto de 236 páginas. El dato paratextual de la impresión es relevante: las escritura está impresa en color azul: el color que se identifica con Valparaíso. Conformaron la antología de 1968, 18 poetas de los cuales seis son mujeres. El índice los ubica de acuerdo a la vocal inicial del apellido paterno: Manuel Astica Fuentes, Eduardo Embry, Luis Fuentealba Lagos, Astrid Henríquez, Carlos Hermosilla, Ricardo Hurtado, Catalina Iglesias, Edmundo Lazo, Ennio Moltedo, Miguel Moreno Monroy, Modesto Parera, Frida Pohl Montt, Eduardo Robles, Claudio Solar, Armando Solari, Patricia Tejeda, Sonia Ugarte y Sara Vial. En el prólogo el poeta Fuentealba Lagos escribe que la antología no tiene un sentido crítico –cuestión que se las deja a los críticos y a los profesores de literatura-, sino que “nos interesa, sí, destacar que en Valparaíso, durante años, el sagrado fuego de la poesía se ha mantenido encendido”. Para quien escribe esta crónica varios de los nombres tienen un rostro guardado en la memoria (la antología nos muestra los retratos de aquestos vates en el momento que la cámara los capturó); muchos de estos poetas tuvieron –y tienen, los que aún están entre nosotros- una destacada producción lírica que hace décadas atrás mostraban su valía escrituraria. El libro lo adquirí en la Librería “El Pensamiento” de la calle Victoria; en la solapilla posterior se dejaba constancia de algunas omisiones –en toda antología siempre las hay- que serían superadas en una segunda edición y se afirmaba que “esperamos que el lector culto y sensitivo sepa apreciar este esfuerzo y la entrega que cada uno de estos poetas ha hecho y que corresponde a lo más puro y noble de sus vidas”.
La antología publicada por Ediciones Rondas de Barcelona en 1979 –“Poetas de Valparaíso”– considera a 14 convocados de los cuales cuatro son hombres. La portada, al contrario de la anterior obra, es simple: aparte del título y de la mención editorial, se consigna “Grupo Lumbre. Chile”. En la primera solapilla, los editores sostienen que se complacen “en ofrecer a los amantes de la poesía y al público en general esta Antología, que entendemos es en verdad muy valiosa”. El texto tiene un breve prólogo del poeta español José Jurado Morales, quien se aventura a los juicios críticos que son ponderativos de los antologados: “…van ramificándose diversos estilos, formas diversas y diferentes modos de expresión poética: poesía subjetiva y objetiva (no nos aclara qué se quiere decir con dicha diferenciación), en verso libre o ceñido a las normas clásicas, como en el caso de varios sonetos de gran estilo y de hechura magnífica (…) Cada poeta con su brillo, matizando el conjunto, que resulta radiante”. Los poetas que figuran en esta obra también se ubican alfabéticamente: Lidia Alfaro Rojas, Rita Allard Larraín, Anitza Castellote Kirby, Julio Flores Vásquez, Maritza Fuentes Meza, Sara Herrera, Marta Adriana Lara Croquevielle, Alfonso Larrahona Kasten, Lucía Lezaeta Marinavelli, Violeta Morales Cornejo, Hernán Moreno Moreno, Luis Ossa Gajardo, Mollie Perea Guzmán y Myrna Marina Vera Lucero. Esta antología, en consecuencia, da cuenta de la producción lírica de aquestos vates que se aglutinaban en torno al “Grupo Lumbre”.
En síntesis, dos antologías señeras en el devenir histórico de la literatura de Valparaíso en que –parafraseando las palabras del poeta español- cada poeta con su brillo contribuyó en el momento de la emergencia de ambos textos -1968 y 1979- para que resultaran radiantes.
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