Se trata de una novela de personaje, pues la acción del relato descansa en ella. La autora ha focalizado una parte acotada de la vida de Leonor; por tanto, es presumible que pudiera haber una secuela de la historia novelada. Eva García se ha documentado muy bien para darle voz a los personajes, así como recrear el tiempo y el espacio, y encontrar la tonalidad o la “atmósfera medieval” al relato (la bibliografía abundante al final del libro así lo asevera).
(Crónica literaria de Eddie Morales Piña)
No cabe la menor duda de que la Edad Media siempre ha sido una de las épocas más atrayentes para ser tematizadas mediante la ficción novelesca u otro de los géneros literarios. Probablemente, lo anterior se deba a que el medioevo ha tenido rasgos variados a lo largo del tiempo que abarcó como el devenir histórico. De hecho, en un imprescindible libro de José Luis Romero -publicado hace varias décadas atrás con el simple título de “La Edad Media”– el autor determinaba tres momentos en dicha época: la Temprana, la Alta y la Baja Edad Media con sus caracteres bien definidos. La historiografía en torno a ella en el transcurrir del tiempo ha llevado a una reevaluación de lo que fueron estos siglos medievales mostrándonos sus grandezas y miserias. La visión oscurantista y opaca ya es insostenible. Como dije al principio, la literatura ha tenido a la Edad Media como un locus interesante de ser tematizado mediante la escritura ficcional.
Siendo una época histórica ubicada cronológicamente, la Edad Media, por tanto, se ha convertido en una fuente inagotable para ubicar historias noveladas sobre la base del imaginario medieval. En este sentido, volvemos a la rearticulación de la relación entre Historia y novela -de vieja prosapia- que dio origen a la denominada novela histórica. Esta tiene una larga vida y, al parecer, nunca se agotará. En las últimas décadas ha habido una proliferación de relatos pertenecientes a este subgénero narrativo. Parecía que la vieja novela histórica se había sumergido, pero vuelve a aflorar con bríos. De hecho, hay relatos que- partiendo de la base de los códigos y tópicos medievales-, recrean un tiempo y un espacio alternativo. Muchos best seller transitan en este sentido.
Carlos García Gual sostiene que “lo que llamamos novela histórica es una ficción implantada en un marco histórico”; agrega que no se trata de la exactitud de los datos, sino más bien de “recrear una atmósfera histórica, en general mucho más animada y coloreada que la que los escuetos datos de la historiografía suelen esbozar”. En otras palabras, cuando uno lee una novela que se enmarca en un período histórico determinado no se enfrenta a un discurso histórico, sino a la recreación literaria, a la ficción histórica, donde el elemento añadido -como diría Vargas Llosa- es lo que le da la tonalidad a personajes y a hechos que el creador nos hace presentes. De este modo, por ejemplo, un relato o novela histórica hará confluir personajes reales -históricos- con otros meramente productos de la imaginación del autor/a, pero que son convenientes para el entramado de la historia. Umberto Eco como el buen medievalista que fue en su condición de escritor tematizó la época a que nos estamos refiriendo de manera excepcional. El nombre de la rosa tiene -precisamente- esa atmósfera histórica sobre la base del desenvolvimiento de la trama en torno a las misteriosas muertes en un monasterio medieval.
Recientemente hemos leído una novela histórica titulada “Aquitania” (Planeta, 2020), perteneciente a la escritora española Eva García Sáenz de Urturi. Con este relato se hizo acreedora al Premio Planeta correspondiente a aquel año. Estamos en presencia de una ficción histórica centrada en una de las figuras más destacadas de la Edad Media: Leonor de Aquitania. Se trata de una novela de personaje, pues la acción del relato descansa en ella. La autora ha focalizado una parte acotada de la vida de Leonor; por tanto, es presumible que pudiera haber una secuela de la historia novelada. Eva García se ha documentado muy bien para darle voz a los personajes, así como recrear el tiempo y el espacio, y encontrar la tonalidad o la “atmósfera medieval” al relato (la bibliografía abundante al final del libro así lo asevera). De más está decir que la novela es un texto que pertenece a la literatura contemporánea, pues asume las estrategias discursivas propias de un relato del siglo XXI. De hecho, el narrador omnisciente está casi ausente y se entrega la voz narrativa a más de una figura. Leonor es una de las voces potentes del relato.
La centralidad de la protagonista es evidente. Otros personajes no le van en zaga, pero es ella quien sostiene el relato ya sea en su propio decir, como en el decir de los otros transformados también en narradores (el rey Luy VII, su esposo; en narrador omnisciente que se hace presente de vez en cuando en los segmentos narrativos dedicados al enigmático Niño; y Raimundo -Rai-, el tío y amante). La perspectiva escrituraria, por tanto, es una de las novedades de este relato ficcional. Leer la novela a partir de las actuales perspectivas de género para más de un lector/a será interesante. La protagonista se enfrenta al poder -a los poderes medievales- en el más amplio sentido de la palabra. Se aprecia a medida que la trama se despliega cómo Leonor va adquiriendo la personalidad que la Historia después consignará: primero reina de Francia, después soberana de Inglaterra, una mujer que sobrepasó con creces el promedio de edad para la época y que no sólo es recordada por los avatares en que se vio envuelta, sino también porque en torno suyo se desarrolló una de las formas artístico-literario que tuvo una gran incidencia en la literatura: el amor cortés.
Por último, estimo que la novela tiene también un cierto sabor a un relato policiaco. Hay un misterio que resolver: la muerte azul del padre de la protagonista. Es la propia Leonor quien pesquisa y busca esclarecer una muerte radical para ella. La novela está dividida en cuatro partes que contienen los segmentos narrativos. En algún momento de la andadura narrativa esta tiende a decrecer, pero luego remonta con creces. En definitiva, “Aquitania” es una interesante ficción histórica que permite adentrarse en una de las figuras femeninas más descollantes de la Edad Media: Eleonor/Leonor de Aquitania.
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