Probablemente, Nascimento cuando llega a Chile y luego se asienta en Santiago jamás se le pasó por la mente que iba a dedicar gran parte de su vida a la edición de los libros de una sobresaliente cantidad de autores de la literatura chilena. En este sentido, tuvo especial dedicación al ámbito de la poesía lírica. El catálogo fue in crescendo paulatinamente desde el trabajo concienzudo y dedicado de Nascimento como editor de la editorial.
Texto e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario.
La obra de Felipe Reyes (Santiago, 1977) nos llamó la atención por el título donde resalta la palabra Nascimento. Como complemento del nombre -gramaticalmente hablando- la frase el editor de los chilenos. En la portada aparece el rostro de un hombre que sonríe de soslayo hacia la cámara que inmortalizó el momento donde sus ojos están detrás de unos lentes. Es Carlos George-Nascimento, el editor. El apellido, sin duda, que forma parte del imaginario bibliográfico de los lectores chilenos. Una buena parte de mis libros tienen el sello editorial creado por este importante personaje quien había nacido en una pequeña isla portuguesa, llegando a Valparaíso años después de un periplo digno de una novela de aventuras. La creación del sello, así como la librería formarán parte también de esta odisea. La palabra recién escrita tiene resonancias marineras y no es casualidad que la utilice, pues Nascimento provenía de aquella isla donde se dedicaban a la caza de ballenas. La lectura de este libro nos trae resonancias de una odisea librera para quien escribe la crónica y para el que es protagonista de este texto de Felipe Reyes.
Como lo dije la marca Nascimento -cual un ex libris– comenzó a hacérseme conocida, especialmente cuando visitaba una librería porteña -de Valparaíso- ubicada en la calle Victoria. Se llamaba Librería El Pensamiento. Entrar allí era una verdadera aventura, pues la cantidad de libros que se tenía a disposición era realmente abismante. Pues bien, en esta librería fui adquiriendo los libros de Nascimento, algunas de cuyas portadas visualizo en el libro de Reyes. Si realizo una proyección en el tiempo, en una oportunidad me encontré -o él se encontró conmigo- no en una librería sino en una bodega como abandonado, la obra Oda a la tipografía de 1956 publicada por Nascimento. En ese entonces, tenía tres años y no vislumbraba que el texto cuyo autor era Neruda vendría a mis manos y que conservo como una joya bibliográfica, ya que en el libro se aúnan el autor, el editor y el autor de la portada, cuyo nombre no aparece en los créditos, pero que tal vez haya sido Mauricio Amster.
La obra de Felipe Reyes había sido publicada hace algunos años y con ella el autor se hizo acreedor de un premio. Años atrás, no tuve conocimiento del texto. En la solapilla de esta edición de 2023 se informa al lector que Reyes es no sólo ensayista y cronista, sino además novelista. Efectivamente, en la escritura de Nascimento. El editor de los chilenos, el lector podrá darse cuenta de que el modo en que se estructura el relato adopta las formas narrativas de orden ficcional, como cuando nos refiere la llegada a Chile de Nascimento. Además, la presencia de los saltos en el tiempo como fórmula escrituraria le dan al texto una mixtura especial entre lo ensayístico, lo memorístico, lo historiográfico y lo narrativo. En suma, la lectura se hace sumamente atractiva a medida que va revelando la presencia insoslayable e imprescindible del editor en el contexto de la historia de la literatura y el libro en nuestro país. Probablemente, Nascimento cuando llega a Chile y luego se asienta en Santiago jamás se le pasó por la mente que iba a dedicar gran parte de su vida a la edición de los libros de una sobresaliente cantidad de autores de la literatura chilena. En este sentido, tuvo especial dedicación al ámbito de la poesía lírica.
El catálogo fue in crescendo paulatinamente desde el trabajo concienzudo y dedicado de Nascimento como editor de la editorial. De acuerdo al libro de Reyes el segundo piso de la librería donde tenía la oficina, recibía a los autores y leía los manuscritos de propuestas de publicación; me lo imagino como un espacio sagrado, como una especie de monte Olimpo, donde no estaba un Zeus tronante, sino una persona que acogía y recibía los originales para emitir un juicio y aprobar o no su publicación. El modo como Reyes estructuró la obra también es un acierto sobresaliente, por cuanto los diversos segmentos son una petit histoire del contexto en que se generaron diversas obras emergentes de los autores chilenos.
Nascimento falleció en 1966 y su legado lo continuó su hijo Carlos hasta el cierre definitivo de la editorial y la librería en 1986. En torno a esta tal como lo deja testimoniado el libro de Reyes se generó una interesante tertulia literaria. Del mismo modo, con el tiempo se creó una especial colección denominada Biblioteca Popular Nascimento donde fueron publicados obras y autores de otras latitudes con ilustrativos prólogos de académicos como la edición dedicada a Sor Juana Inés de la Cruz, y también el rescate de obras clásica de la literatura chilena como Don Guillermo de José Victorino Lastarria. En definitiva, la obra de Felipe Reyes nos trae al presente escriturario a una figura entrañable del ámbito literario y cultural de nuestro país como lo fue Carlos George-Nascimento.
(Felipe Reyes. Nascimento. El editor de los chilenos. Santiago: Lumen. 2023. 349 pág.)
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