Contrario a las buenas intenciones de las actuales autoridades, habitantes del territorio insular denuncian que no existe voluntad para instalar a las alumnas y alumnos en un lugar definitivo, seguro y con los estándares de una escuela.
(Crónica de Espacio Regional. Imágenes cedidas)
Cuesta creer, a quienes vivimos en el continente, o conti, como nos dicen los habitantes de los sectores insulares mar adentro en el Océano Pacífico, que han pasado diez años del fatídico terremoto del 27 de febrero y posterior tsunami, en la isla Juan Fernández aún no cuentan con su único colegio habilitado.
En medio de esa tragedia, se recibieron de manera provisoria los módulos o containers que había donado Felipe Cubillos, de Desafío Levantemos Chile. Era una ayuda urgente y que pudo resistir sin problemas hasta 2015, donde la humedad empezó a afectar los módulos. Y la carrera contra el tiempo, para tener una nueva escuela, volvía a fojas cero.
Entre estudios, factibilidades, terrenos fiscales y no privados, cambio de administración y los precios se elevaron demasiado, como para seguir el proceso de construir el anhelado establecimiento, según nos cuenta el ex Secpla del municipio fernandeziano, Pablo Manríquez Angulo.
El ingeniero isleño criticó el llamado «Plan de retorno a clases» en lugares ubicados físicamente en la zona cero del 27F y en mitad del plan retorno de personas a la isla desde el continente: «Trasladaron a las niñas, niños y jóvenes desde los containers del colegio “provisorio” donado por Desafío Levantemos Chile a las sedes sociales e iglesias de la comuna y esto por la nula planificación municipal en las reparaciones del establecimiento al terminar las clases en diciembre pasado, la empresa recién comenzó a mediados de febrero y al mes tuvieron que paralizar las obras por la contingencia del Covid-19».
A juicio de Manríquez, «hay una generación de alumnos esperando su nuevo colegio y otros se graduarán a la espera. Han pasado Gobiernos de los presidentes Sebastián Piñera y Michelle Bachelet y no hemos concretado. Ya es un problema de Estado con esta zona insular, pero… ¿cómo le explicamos esto a los alumnos? ¡Sólo seguimos agradeciendo a Desafío Levantemos Chile, sino quizás en que estaríamos!»
Los dardos apuntan hacia la administración municipal de Leopoldo González Charpentier (en ejercicio por más de 24 años): «La actual administración ha tenido un nulo avance en gestiones para concretar el futuro colegio. Hace semanas, el alcalde hablaba que se destinaron los recursos para realizar los diseños del nuevo establecimiento. O sea, se perdieron 4 años de su administración para recién hablar de “diseño” y de una supuesta transferencia de los terrenos de Conaf para su construcción, pero solo quedó en palabras».
Y hacia las autoridades centrales: «Hace un año, la ex ministra de educación prometía el tan anhelado sueño del colegio, sin embargo, solo quedó en una promesa. Como ingeniero isleño y ex Director de la Secretaría Comunal de Planificación de la municipalidad de Juan Fernández en la administración anterior, recibimos también un sin número de explicaciones y promesas, trabajamos en un terreno público, ya que nos privaban de la compra de un terreno privado con recursos del Estado, trabajamos en la prefactibilidad del terreno, estudios, mecánica de suelo y en anteproyectos de reposición y relocalización del colegio insular Robinson Crusoe a comienzos del 2015, obteniendo el diseño final, a través del Fortalecimiento de la Educación Pública que lineaba el Ministerio de Educación como tipo de “Obra Sello”.
Sin embargo, Manríquez manifestó que «el proyecto mágicamente se encareció y la etapa de construcción quien la lideraría MOP y no el MINEDUC hizo que no existiera presupuesto para su construcción».
De alumna a madre: «La sala de mi hijo era húmeda, fría y estaba todo el piso hundido»
Marjorie López es fernandeziana. Estudió en el colegio Robinson Crusoe y le tocó estar en los primeros años de la donación de Desafío Levantemos Chile: «Al principio los containers eran súper buenos, porque claro, era provisorio y al no tener nada, eran muy buenos». Pero, con el tiempo empezaron a deteriorarse: «Era el 2015 y las salas comenzaron a inundarse, por todos lados, escaleras, pasillos. Y el año pasado fue el año que más se inundó, incluso el patio: el agua corría como cascada y el piso estaba completamente hundido».
Y este 2020 más le ha afectado, al ser madre: «Ahora soy apoderada del colegio y la sala de mi hijo era húmeda, fría y estaba todo el piso hundido».
Lo que ella pide, junto a los habitantes de la isla, es un colegio nuevo: «No puede ser que a estas alturas no tengamos colegio. Mi hijo necesita un colegio, los niños en general. Ahora están yendo a clases en unas sedes sociales, que no están para nada equipadas. Es una vergüenza la verdad que nos tengan tan abandonados, desde el municipio de mi archipiélago hacia arriba. Definitivamente es hora de que terminen lo que empezó Felipe Cubillos«, sentenció.
En redes sociales, las críticas no se hicieron esperar:
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