Acusa al voleo a manifestantes de un caos que no se dio, no quiere que la gente se manifieste en una consulta ciudadana y no quería cerrar la ruta 68 por Lo Vásquez. Y resulta que quienes han marchado por las calles de Casablanca son «golpistas». ¿Habráse visto insolencia, barbaridad y alevosía, como cantaba Violeta Parra?
Danilo Alarcón. Director.
Son muchos los alcaldes que siguen los pasos del presidente Sebastián Piñera: no prestar atención a las demandas ciudadanas, escudándose en el «orden» y en la «patria», en torno al «trabajo y las buenas costumbres». Esa ensalada de términos tan propios del absolutismo, se replican, desgraciadamente, en comunas como Zapallar y… Casablanca. Esta última despertó del letargo y son miles de personas que han marchado y realizado todo tipo de asambleas, cabildos, encuentros constitucionales, como en todo Chile. Pero al alcalde Rodrigo Martínez (RN), no le gusta que la gente salga a marchar.
¿Razones? Cree vivir en la Edad Media con atisbos de la Corona Española, en una «democracia» a su medida. Hace poco, en una entrevista en Radio Quintay, tuvo la desfachatez de tratar de «golpistas» a quienes marchaban por las calles, aduciendo que son marchas ideologizadas por una «izquierda» que nunca llegará al poder. Y que cada encuentro de personas, trata de simbolizar una pérdida de tiempo, pues para el alcalde «las personas de bien deben estar trabajando», y el típico «sabemos que son los mismos de siempre, en la misma plaza».
Obvio. Su red de informantes (civiles e instituciones) le avisa de cada paso que la ciudadanía va dando, ya que nunca ha creído más allá de su ombligo, que los privilegios adquiridos por su padre (alcalde en Dictadura), más los Derechos de Agua, en un valle que se está secando cada día.
Acusó al voleo a manifestantes de un caos que no se dio (la marcha hacia La Moneda que se fue obligada por otra ruta), no quiere que la gente se manifieste en una consulta ciudadana y no quería cerrar la ruta 68 por Lo Vásquez. Y resulta que quienes han marchado por las calles de Casablanca son «golpistas». ¿Habráse visto insolencia, barbaridad y alevosía, como cantaba Violeta Parra?
Ver elefantes en el techo es lo que le ha valido un descrédito en su gestión, agudizado por las demandas laborales y la partida del hombre fuerte que le dejó muchas heridas: pérdida de confianza, despido de funcionarios, numerosos informes de Contraloría y ahora, denigrando a la comuna que dice que lo vio nacer y crecer, pero para sus propios dominios, como si fuera un Señor Feudal. ¡Le importó un pepino que 2.700 firmas se juntaran en 24 horas para pedirle un plebiscito o consulta ciudadana! ¿Es eso ético? ¿Ignorar al propio pueblo que está clamando por una nueva Constitución y reformas a las pensiones/AFP, la salud, la educación, luego de 30 años?
Subestimar a la gente es lo peor que un gobernante puede hacer. A Piñera le está pasando la cuenta y no sabemos en qué va a quedar. Y en Casablanca, tampoco lo sabemos. Si quiere hacer crecer la comuna, debe escuchar a sus habitantes, no solo es planificar tras un escritorio y reunirse con sus tutalovers, ignorando el mundo real. Estamos a 20 minutos de Valparaíso y a una hora de Santiago y una hora de San Antonio. No todo es viñas. No todo es camiones. No todo es especulación y negociado de agua. No todo es capital golondrina. Es simplemente, resultado de su salud mental.
Para peor: la municipalidad perdió ingresos por concepto de patentes y otorgar permisos para que tanto comerciantes de zonas aledañas y de la propia Casablanca, pudieran trabajar, bajo el supuesto de un «desorden público» que podría afectar la concurrencia de los peregrinos, bajo la actual situación del país. Igual se instalaron vendedores ambulantes, con el riesgo sanitario y penal que ello implica. Al no percibir ingresos municipales, es ir contra el patrimonio municipal, que puede ser sancionado gravemente, según la Ley 18.695 Orgánica de Municipalidades.
Ridículo, Martínez.
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