En el inicio de la cuarta temporada de Mujeres en Sintonía, conversamos con la antropóloga Francisca Fernández, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), sobre extractivismo y patriarcado, a raíz de la crisis ambiental que afecta a comunas de la V región. ¿Por qué mujeres, niños y niñas son las principales afectadas?
(Información desde la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres). Cada sábado a las 16 y 22 horas en Espacio Regional Online)
La crisis socioambiental desatada en Puchuncaví y Quintero ha dejado al descubierto un problema estructural: el modelo económico de desarrollo anti sustentable y absolutamente dañino para la vida de los ecosistemas y, por supuesto, las personas. De acuerdo a cifras oficiales a fines de septiembre existen 973 personas intoxicadas producto de emanaciones tóxicas en las comunas de Puchuncaví y Quinteros, el 70% de ellas son mujeres y el 56% niños y niñas menores de 14 años.
En el programa radial de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres conversamos con la antropóloga, académica y activista Francisca Fernández Droguett, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios, quien se refirió a la relación entre extractivismo y patriarcado y de qué manera afecta, sobre todo, los cuerpos de mujeres, niños y niñas.
A juicio de Francisca, las políticas extractivistas afectan de sobremanera a las mujeres “porque primero son los cuerpos que se enferman por la contaminación, pero además, por esta naturalización de los roles, son los cuerpos que se hacen cargo del cuidado de quienes se enferman. Y como el extractivismo genera economías masculinizadas, son quienes tienen más precariedad laboral, trabajan en peores condiciones, tienen doble o triple jornada”.
En ese mismo sentido, la activista enfatizó en que la triada extractivismo, patriarcado y colonialismo son determinantes en la violencia contra los territorios y cuerpos de las mujeres.
“El primer gesto colonial y extractivista es la expansión territorial, obviamente dando uso de manera ilimitada y no armónica a los recursos naturales, pero también la explotación de esos territorios implica inmediatamente explotación de mano de obra – barata o esclava– y además, en esta misma relación hay una suerte de trasposición del dominio del territorio como el dominio sobre los cuerpos de las mujeres. Ya sabemos que dentro de las perspectivas de invasión colonial uno de los primeros gestos es la violación de las mujeres y las niñas”, explicó la antropóloga.
“No es casual la resistencia de las mujeres”
En esa misma línea, Francisca relevó el protagonismo de las mujeres como líderes de movilizaciones sociales en los conflictos socioambientales. “En general cuando los proyectos se instalan y empiezan a generar lobby para dividir a las comunidades, los primeros que se institucionalizan son los hombres y las mujeres terminan en el ámbito de la resistencia. Al hombre se le ofrece seguridad laboral, se le ve como proveedor, protector, se le refuerza esa imagen. A la mujer no”, explicó la activista.
La antropóloga, además recordó experiencias en otros conflictos ambientales en los que se hace evidente las diversas formas en que los mega proyectos ambientales y el lobby asociado impacta de diversas formas a hombres y mujeres. “No es casualidad que, si bien, los movimientos socioambientales emblemáticos no se han declarado como feministas ni nada, la mayoría son mujeres”, detalló.
“Las mujeres, además de tener mayores condiciones de precariedad, al mismo tiempo son las más criminalizadas. El caso más emblemático de asesinato de luchadores o luchadoras sociales en Chile es de una mujer, es una lamien, Macarena Valdés. No es casualidad que, además, las más criminalizadas dentro de la estructura mapuche son las machis”, explicó Francisca.
“Las mujeres hemos tenido un posicionamiento porque de cierta forma nos toca más estar en el espacio de la resistencia. Quizá por el vínculo con el espacio de lo privado, la mantención de la familia, que en términos clásico son roles estereotipados, pero también son históricos y construyen realidad”
“Territorios en sacrificio”
Francisca explicó que el concepto institucional “zona de sacrificio” fue recogido desde Estados Unidos, donde se utilizó para hacer referencia a los efectos de parques industriales en zonas urbanas. Sin embargo, el Estado de Chile toma el concepto para referirse a zonas de saturación ambiental, pero sólo en un tipo de empresa: las termoeléctricas de carbón, una de las más dañinas de todas.
En Chile existen seis comunas saturadas con termoeléctricas: Iquique, Tocopilla, Mejillones, Huasco, Quintero-Puchuncaví y Coronel, calificadas como “zonas de sacrificio” institucionalizadas. Sin embargo, Francisca explicó que desde los movimientos socioambientales han criticado este concepto de zona porque “desvincula, deshumaniza y desterritorializa el hecho (…) En un territorio hay personas, flora, fauna, flujos del agua, construcción histórica, simbólica, toda la complejidad que existe. Decir territorio es visibilizar inmediatamente actoras y actores de distintos procesos que se llevan ahí”.
En ese mismo sentido, la activista ambiental y académica fue enfática en señalar que “el modelo extractivista se basa en la usurpación e intensificación de la explotación de nuestros bienes comunes –mal llamados recursos naturales– y en ese sentido, yo puedo terminar con un parque industrial, pero si no cambio la matriz productiva cualquier territorio es proclive a ser sacrificado”.
Específicamente en relación a la crisis actual que se vive en comunas de la V región, Francisca Fernández explicó que como movimiento “obviamente nuestra gran lucha es que desaparezca el parque industrial Quintero-Ventanas-Puchuncaví, pero también es una preocupación dónde se va a replicar, porque si no se cambia la matriz productiva energética se termina un proyecto, pero se levanta otro”.
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